La luna llena iluminaba lo que era la primera noche de invierno. Reluciente, majestuosa. Colgada de un hilo, para adornar en las noches más tristes. Hacía frío, mi abrigo no era suficiente para que mi cuerpo entrara en calor.
Y ahí, tiritando, seguía de pie. Sin saber exactamente donde estaba pero a la vez sabiendo que estaba en el mismo sitio de siempre.
En medio de la nada, de la oscuridad, solo se percibía una laguna, que parecía muerta, una masa negra, pastosa. Al rededor, se podían ver las sombras de algunos árboles, también inertes, pero viendo pasar el tiempo en su alrededor.
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La verdad, es que bastantes veces me encuentro en esta misma situación, en este mismo sueño. Un sueño en el que el único objetivo es pensar, reflexionar. Acurrucarme en el suelo, lleno de hojas secas y ramas muertas y pensar hasta despertarme. Es el sitio perfecto para aislarme.
Algunas veces escucho sonidos a mi alrededor, sonidos de respiraciones fuertes y gruñidos de dolor, y me pregunto si hay alguien más en esta laguna, si hay alguien como yo, que viene aquí a soñar, a estar solo.
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Hoy vuelve a ser luna llena. Aquí siempre hace frío, nunca me he quitado el abrigo.
Y a ciegas, y sin pensarlo, me dirijo al mismo montón de hojas de siempre. Me da la sensación de que este ya se ha amoldado a mi cuerpo, puedo notar la misma forma fetal que adopta mi cuerpo al acurrucarse.
Otra vez gruñidos, y esas respiraciones.
Hoy hay un sonido más, este hace que mi corazón palpite cada vez más fuerte, más rápido. Pasos. Firmes pero a la vez descontrolados. Hace más ruido del que quiere.
Su respiración cada vez es más fuerte, y sus pasos más cercanos...
Un cuarto oscuro. Una gota de sudor empieza a descender por tu frente, y detrás de ella, miles. Miradas, todas hacia ti, riéndose de ti. Ninguna mirada de compasión, ninguna mirada de pena, todas las miradas disfrutando de ese espectáculo de sufrimiento ajeno. Y tú, con una pistola en la mano, con solo una bala dentro. Solo una. La ruleta rusa. Pensar en tener suerte es imposible. Tu corazón palpita muy rápido, demasiado. Pum, pum, pum, pum. Rápido, rápido. No da tiempo a nada. La sangre al cerebro llega tan rápido como los latidos del corazón. Y no te dejan concentrar. Pum, pum, pum, pum... Estas tardando demasiado, no les diviertes, así que uno decide mejorar el juego. Otra bala más, ya son dos. Ahora vuelven a reír, se vuelven a reír de ti. Las carcajadas penetran tu mente y se unen con el ruido de toda tu sangre bombeando a la vez. Pánico, solo eso, no hay tiempo para pensar en la gente a la que quieres, ni para pensar en ti. La mano con la que coges la pistola te molesta, empieza a arder.
De pronto, te decides. ¿Para que esperar más? Si tardas mucho más te van a matar ellos, si lo haces tu mismo, puede que sigas viviendo. No reces, si dios existe se esta riendo de ti ahora mismo.
Vamos, cuenta hasta tres...
Uno... Cierra los ojos bien fuerte, para no ver nada. Todo se acelera. Más que antes, mucho más. Tu corazón... tu corazón esta deseando dejar de latir.
Dos... ¡Cierra los ojos más fuerte! ¡Más fuerte! Prepara el dedo, controla tu mano, que no tiemble. Maldito pánico, te esta dominando hasta el final
Tres... Venga va, ahora, ¡aprieta de una puñetera vez! El corazón... sí, lo se, se te va. Aguanta. ¡YA!
Click...
Ves, ahora jugar a la ruleta de la fortuna y que te toquen 30.000 es algo sin importancia. Suerte.
Por cada espejo roto, 7 años de mala suerte.
Cuando era niña, ir a la feria y entrar en el túnel del terror me encantaba. Sobretodo me gustaba cuando llegaba a esa parte en que tanto las paredes como el suelo, eran espejos. Pero no eran espejos normales y corrientes... eran espejos que te hacían ser más alto, más gordo, más bajo, etc. Recuerdo que disfrutaba en los espejos, podía pasarme horas mirándome en todos ellos. Y de pronto, cuando la parte de los espejos acababa, te encontrabas un espejo delante. Un espejo como los que había en mi casa, un espejo normal y corriente. Ese espejo me aburría, ¿porque ponían un espejo normal y corriente? No era divertido.
Con los años, he empezado a encontrarle sentido. Ese, era el túnel del terror, tenía que dar miedo... Y que puede dar más miedo que una imagen de ti mismo, ahí, de golpe. Estar disfrutando de un mundo irreal y de pronto, la realidad se te pone delante.
Por eso, ahora sigo entrando en el túnel del terror, pero voy directa a la zona de los espejos, paso de largo y me dirijo al espejo que da más miedo... Mi reflejo aparece en el.... ¿A cuantas personas ha reflejado? Me miro a los ojos, algún día conseguiré que mi reflejo llore antes que yo. Levanto el puño y lo rompo. Ya esta, otro espejo echo trizas.
He roto 1347 espejos en un año, eso son 9429 años de mala suerte. Bobadas, otra cosa para hacer la vida algo más insufrible, la mala suerte.