cuelgalo

Sueños

Algunas veces en la vida, tienes la gran suerte de cruzarte con alguien especial. Alguien que con solo una palabra, un hecho, o una simple historia, puede hacerte reflexionar durante horas.
Y puede, que con esta persona solo llegues a compartir cinco minutos, una semana, o unos años de tu vida.
Yo, tuve ese privilegio.

Fue una mañana de junio, en lo más alto de una montaña. Todo, absolutamente todo, era vegetación. No había ningún rastro de destrucción humana. Pero de pronto, me di cuenta de que alguien si que había.
Subido a la copa de un roble, había un hombre.
Debía tener unos 50 años, era muy delgado. Su piel, tan negra como una noche sin luna, pero el la luna la llevaba en los ojos, grandes y brillantes.
Iba completamente desnudo, y en los brazos llevaba plumas de pájaro cosidas a la piel.
Al verme, me miro fascinado, y después de analizarme, me invito a subir.

-¿Sabes que hora es?- Su voz era cansada y soñadora.
-Pues... no, no llevo reloj.
- Ya te lo digo yo que hora es. Es hora de, por fin, realizar mi sueño. De volar hasta el, de alcanzarlo, de besarlo.
Sí, tú me entiendes, tienes cara de soñadora, seguro que tu también sueñas miles de cosas.
Seguro que tú, como yo, has llegado alguna vez en volar hasta el sol. De alcanzar lo inalcanzable, de llegar a lo más alto.
Desde bien pequeño que lo deseo. Todos me decían constantemente que aun era inocente, y que por eso soñaba imposibles. Pero cuanto más me lo decían, más lo deseaba.
Mira, cada una de estas plumas- me enseño el brazo con orgullo- es una palabra de desprecio, una carcajada, un insulto... Ellos no lo sabían, pero me daban alas para volar con cada palabra de desprecio que decían.
Y hoy... Hoy se que es el día.
- ¿Por qué hoy?
- Porque puede que mañana no salga el sol.

Mientras me decía esto, se levantaba de la rama donde estaba sentado. Mirándome a los ojos con la complicidad a la que miras a alguien que conoces de hace años, buscando confianza en mi.
- Si quieres, puedes mirar como realizo mi sueño. Y así podrás decirle a todos los que me tomaron por loco que lo conseguí. Que camine por el col, me arrodille ante el y lo besé. Que gracias a las alas que me crearon inconscientemente, pude volar hasta él. Cuéntales a todos como se puede vivir soñando.
- Lo haré.

Y sin pensarlo, salto del árbol, corrió directo hacia el precipicio. Corrió como nunca vi correr a nadie, y cuando quedaban atan solo 10 metros para que acabara la tierra y empezara el cielo, empezó a batir con fuerza los brazos, como un pájaro que aprende a volar. Y saltó.
Y por un momento, parecía volar... Solo por un momento.
Pero el no supo que luego su cuerpo cayó en picado, ni que no alcanzó el sol...
Murió en el aire, después de saltar. Murió volando, con sus alas llenas de rencor a la realidad. Rodeando el sol.
Murió, como todos los soñadores murieron, mueren y morirán; sonriendo, soñando.